La verdad es que ‘Friends’ es una de las mejores series de los
años noventa, y no sólo eso, es ya una de las mejores series de todos los
tiempos. Así, sin más. Cada una de sus temporadas es ya antológica,
impresionante y muy recordable; de hecho cuando pienso en algunos capítulos en
los que cada momento del mismo parece exquisitamente orquestado para mantenerse
en un punto que parece rayar entre lo anecdótico y lo imprescindible, entre lo
pasajero y lo imprescindible, entre la brillantez y la más absoluta intrascendencia…
cada capítulo de esa gran serie, por muy nimio que pudiese parecer, era un capitulazo,
algo que sé reconocer. Algo que me gusta.
Es
por eso que creo que una serie como ‘Joey’, Spin Off de la misma, no funcionó,
a pesar de la excelente calidad que sus capítulos desprendían de sus entrañas.
Es difícil definir una razón lógica, coherente y que se sostenga por sí misma
para explicar el batacazo que se llevó esta serie, pero seremos expeditivos, ya
no existía ‘Friends’, y muchos quedaron huérfanos, entre los que me incluyo
absolutamente. Eso ocasionó que la gente viese este intento de mantener un
personaje en pantalla pero olvidándose de los demás de forma abrupta como casi
un insulto. Como si tus mejores amigos se fueran para no volver jamás, pero uno
de ellos volviese al poco y le vieses quedar con nuevos amigos, tener nuevas
aventuras y nuevos “amoríos”, queramos o no, no será lo mismo, tendremos
añoranza y desearemos no ver demasiado a ese amigo...