Una de las primeras cosas que me gustaría resaltar de mi experiencia con la última película de Zack Snyder es la privatización de la sesión que presencié este lunes, y digo privatización porque la película fue una auténtica sesión privada para mi acompañante y para mí. Llegamos tarde (unos pocos minutos, tampoco la película había empezado) y esperábamos no tener que sentarnos muy cerca de la pantalla, obviamente con la premisa que el cine podría estar un poco lleno (butacas no numeradas, pero ya se sabe, a veces se colapsa incluso sin numerar). Nuestra sorprera fue mayúscula al comprobar nuestra soledad en la sala, sobre todo llevando la película solo tres días en cartelera.
¿Quiere decir esto algo importante sobre la mano de Snyder?, ¿O es un caso totalmente aislado que nada quiere decir sobre el director de Watchmen?
Está claro que algo ha pasado, y en mi breve investigación (me tiro el pisto, he mirado una página y ya está) me he encontrado con el ‘batacazo’ que ha pillado ‘Sucker Punch’ en tierras americanas, consiguiendo solo 20 millones de dólares en su primer fin de semana. Con ‘batacazo me refiero a que no ha conseguido lo que se esperaba, con 100 millones (millón arriba, millón abajo) de presupuesto y la publicidad usada, me parece evidente que esperaban un taquillazo. Es aquí cuando no sé qué respuesta dar. Solo veo dos posibles respuestas para el fracaso de (al menos taquillero) de ‘Sucker Punch’, o debido a la crisis la gente se arriesga menos en películas de las que duda de su calidad, o un “boca-oreja” de malas críticas y pocas recomendaciones son las que han llevado a la película a este fracaso. Es probable que penséis que es precipitado decir que es un fracaso, siempre puede remontar y taparme la boca, pero aun sigo impresionado por el hecho de haber estado ‘solo’ en la sala. Y si la película no me hubiese enganchado es probable que hubiésemos prestado poca atención a ella (no siempre se está en esa situación, acompañado de una joven y toda una sala de cine para nosotros).
De todas formas vi la película entera casi sin despegar los ojos de la pantalla (uno no es de piedra) pero he de decir que no es una película deleznable en absoluto. Todos los que seguimos el cine de Snyder (al menos yo) sabemos de qué pié cojea este realizador: su experiencia en videoclips le ha marcado y a veces insiste en extrapolar ideas de ese campo al cine. No digo que esté mal, para nada, es más, me gusta la música en el cine (uno de mis artículos sobre la música como elemento narrativo así lo atestigua) pero me parece que esta vez Snyder se ha pasado un poco. En menos de 20 minutos de película Zack nos ofrece dos escenas en las que prima más la música que el resto.
La película arranca con una introducción casi muda, en la que los personajes apenas median palabra (¿Era “Sweet Dreams” la primera canción?) y los acontecimientos pasan de forma rapidísima ante nuestros ojos, eso sí, a ritmo de música totalmente actual, a pesar de estar ambientada, supuestamente, en los años 50. Snyder no se recrea en estos acontecimientos porque los considera menos importantes que el resto, por lo que se limita a darnos a entender la razón por la que todo lo demás ocurrirá. Nada que objetar a parte de la música, eché de menos temas antiguos para una película como esta, no hablo de esa música para el resto de la peli (y menos aun en sus escenas de acción) pero algo de Frankie Avalon o Dean Martin quizás me habría metido mejor en sus primeros minutos. Lamentablemente Snyder no nos concederá contemplaciones y tras esos pocos minutos, el cariz tomado en la introducción será el que impere durante el resto del metraje, hablando en plata, covers de canciones relativamente antiguas (aunque si llegar a los 50) y en determinadas ocasiones muy pocos detalles de lo que acontece.
Tras descubrir los horrores que un padrastro puede llegar a hacer (en los cuentos suelen ser madrastras, pero me imagino que es una licencia que se ha tomado el querido Snyder), nuestra protagonista es ingresada en un hospital psiquiátrico en donde, y tras sobornos, será lobotomizada. Después de una especie de ‘Flashforward’ entramos en materia presentando a las chicas y a lo que se dedican, el hospital es una especie de tapadera para una ‘Club de variedades’, por así decirlo.
Cuando es el momento de que nuestra heroína muestra lo que sabe hacer con su cuerpo, Snyder nos transporta a los límites de su mente, entramos en un mundo que recuerda a un Japón feudal. Cuando descubrimos lo que ella puede hacer en ese mundo, algo similar a lo que muchos protagonistas de videojuegos, volvemos al ‘mundo real’ y nos enteramos que todo lo visto es cómo una mente se evade de la realidad (Nada que no se halla dicho en el tráiler, por cierto). Estos viajes lo hará varias veces en la película, y en los siguientes incorporará incluso a sus amigas.
He de reconocer que en el apartado técnico y visual Snyder es un prodigio, incluso disfruté algunos trucos visuales (no los de la acción, sino los de otras escenas) en los que se nota su entrega. Pero como imaginaréis la película hace aguas en dos pilares importantes: la música y el guión. Como de la música ya he hablado, os comentaré su guión. La historia posee un punto de partida sensacional, una mujer que escapa de la realidad entrando en su propio mundo en donde casi nada le es imposible, incluso llegado el final el señor Snyder nos propone una moraleja filosófica sobre la realidad y cómo afrontarla, pero hacia el final no sabemos qué es lo que ha pasado, no me refiero a que nada se entienda, sino más bien a que parte de la trama principal se rompe al llegar a lo visto en ese ‘Flashforward’, llegado ese momento todo lo visto resulta ser otro truco argumental que intenta demostrar hasta dónde llega la mente humana, o al menos así quiero entenderlo yo. Mi compañera en ese momento ya no sabía qué entender, no la culpo.
Para no extenderme mucho más la película es más bien un mezcla entre ‘Alicia en el país de las Maravillas’, ‘La mujer Del Cuadro’, ‘Tigre y Dragón’, ‘Matrix’ y un videojuego, bastante disfrutable, he de añadir. Desde luego todo lo que he dicho es cierto, hace aguas en guión y música y eso me descolocó un poco, pero también el apartado visual me sorprendió en muchas ocasiones, no ya el uso de cámara al hombro que me suele molestar mucho, pero las escenas de los viajes son un auténtico disfrute visual y se agradece un montaje no tan acelerado como cabría esperar de un producto como este. Los actores cumplen con sus roles todos, aunque la cara de ‘pasmá’ de Emily Browning durante toda la película me hace pensar en un pequeño error de casting, no he dicho que esté mal, pero Jena Malone lo hace muchísimo mejor con su personaje secundario que Emily como protagonista. Todos (los que hallamos visto la peli) entendemos su trauma, pero teniendo en cuenta que todas lo tienen, no me parece muy acertada su interpretación. Aun así sigue siendo una película bastante buena y que, a tenor del panorama actual, es muy recomendable para aquellos que estén dispuestos a ver algo diferente e ‘innovador’. Scott Glenn es uno de los mejores personajes, aun a pesar de que le vemos menos de diez minutos en toda la película. La ‘fantasmal’ participación de Jon Hamm parece ser solo un reclamo publicitario. Mención especial y completamente a aparte para Oscar Isaac como el malvado Blue Jones, que hace de su personaje, un auténtico ‘cabronazo’, otro de los momentos muy disfrutables de la película.
El ‘Quiero y no puedo’ del título se refería a taquilleramente hablando, aunque sospecho que todos lo deduciréis...
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